top of page

 

 

Las hermanas Briceño Bugueño

 

El año 2014 las hermanas Patricia Briceño Bugueño (53), María Georgina Briceño Bugueño (56) y Carlota Bugueño Bugueño (58) se llevaron una gran sorpresa cuando en una muestra fotográfica en la Biblioteca David León Tapia, y en el marco del Programa Memorias del Siglo XX, se reconocieron en una imagen de finales de 1960 en las que se las podía ver yendo juntas a la entonces Escuela Nº 8 de Tongoy.

 

La fotografía inevitablemente las hizo recordar su infancia y su paso por el establecimiento. “Nunca pensamos que existía esa foto. Yo no me explico qué hago ahí. Yo era chiquitita. Yo no iba a la escuela. Mi mamá nos vestía con delantales blancos y yo las seguía”, afirma Patricia, la menor de las hermanas.

 

Ellas son parte de una familia de 11 hermanos, de los cuales 8 están vivos. La mayor, Patricia, cuenta que fue la única que terminó de estudiar la enseñanza media mezclando trabajo y estudios, para ayudar a su madre, Marta Bugueño Cortés. Agrega que trabaja desde los 10 años porque “para no ser un peso más para mi mamá, cuidaba niños y me compraba mis cuadernos, ropa, mis zapatos. No como en la foto, que salgo sin zapatos”.

 

 

  Agrega que “mi recuerdo de esa época es excelente. Yo tuve una profesora muy buena que se llamaba María Araya, que todavía está viva. Nos llevaba a su casa, nos enseñaba bailes. De hecho, después nos juntamos ex compañeros de curso y le fuimos a dejar una sorpresa para el Día del Profesor”.

 

  Por su parte, Patricia, la menor, recuerda que llevaban sus útiles “en bolsas de leche de Caritas Chile porque a mí mamá no le alcanzaba”. Añade que “íbamos sin zapatos. Nos compraban unos zapatos y luego los usaba la otra”.

 

  De su paso por la Escuela n° 8 no olvidan la mezcla con distintas clases sociales de Tongoy o los juegos del cordel, a saltar la cuerda a jugar a la piñuca con piedras.

 

  También rememoran las reglas existentes dentro de la sala “dejaban a los niños detrás del pizarrón, pero sin salir a recreo. O nos pegaban con la regla. Por ejemplo, a nuestro hermano Carmelo, que se arrancaba por la ventana para ir a cazar pájaros al cerro con los Gálvez o los Gallardo, le ponían ladrillos en las manos”.

 

bottom of page